El domingo pasado estuvimos de nuevo en Cañicosa. Teníamos poco tiempo, pero queríamos dejar preparada la tierra para trasplantar cuanto antes, ya que se ha demorado mucho.
Leonor, a sus 85 años, nos estuvo guiando durante todo el tiempo. Primero nos enseñó a remover la tierra con una horquilla. Pronto llegó un colirrojo tizón; se puede decir que se hizo nuestro amigo, pues se acercaba sin miedo y mientras nos ayudaba a quitar larvas, se dio un gran banquete. Tras quitar las raíces, fuimos a por estiércol, que todavía quedaba de cuando tenían vacas y se había convertido en tierra buena. Después de volver a remover la tierra, echamos un preparado biodinámico hecho por Leonor: durante 6 meses había estado estiércol en un cuerno; lo echó en un cubo y lo removió durante una hora. Después, fuimos metiendo en el cubo con el preparado un ramo hecho con ramas de plantas y rociando la tierra. Se escribe pronto, pero lo cierto es que acabamos tan molidos como satisfechos. Es una gran suerte tener a Leonor como maestra.



Me alegro de veros por aquí en esa preparación de la tierra, que ya es buena, y de la tierra de vuestros proyectos, que necesitan enterrar semillas de sueños y esfuerzos compartidos, con la esperanza de que el fruto deseado sea generoso, bueno y haga mucho bien. Un abrazo y ¡mucho ánimo!